martes

CUENCOS TIBETANOS: UN MUNDO DE SENSACIONES PARA ALUMN@S CON NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES

Por Elia Garcia 

Mi trabajo se desarrolla en un colegio de educación especial, con niñ@s con necesidades educativas especiales (niñ@s plurideficientes, con autismo, parálisis cerebral, síndrome de West, de Down, etc). Tratando de facilitarles todas aquellas ayudas que mejoren su calidad de vida, y como no, traten de hacerles la vida más fácil, agradable y feliz.

En cierta ocasión, hace ya como 5 o 6 años, llegó a mis manos un cuenco tibetano, que a primera vista me parecía más un mortero de bronce que un instrumento musical y terapéutico. Sin ningún tipo de conocimiento, lo hice sonar como pude o más bien imaginé, cerca de una niña con síndrome de Rett, que debido a sus importantes rasgos autistas, apenas tenía contacto con nuestra realidad. Algo hizo que por un momento cambiara la expresión de su carita y dirigiera su mirada a aquel instrumento que emitía ese sonido tan especial. Sus discretas respuestas, despertaron mi curiosidad, y bueno, poco a poco todo fue fluyendo para que pudiera ponerme en contacto con Jacomina Kistemaker, y así comenzar a trabajar con los cuencos, gongs y su voz.

Primero experimenté en uno de los conciertos que dio Jacomina, los efectos del sonido y la vibración por todo el cuerpo y como llegas a un estado llamado alfa, en el que estando en alerta, tienes la sensación de estar dormido.

Y a partir de esa primera experiencia, comenzamos con interés y entusiasmo el trabajo en el campo de la discapacidad, del que apenas hemos encontrado datos que reflejen experiencias previas con este tipo de niñ@s. Creímos oportuno comenzar con conciertos para un grupo de entre 8 y 10 niñ@s gravemente afectados (niñ@s plurideficientes con poca o ninguna autonomía), y ver como iban reaccionando al sonido y vibración. Pero vimos como iban respondiendo mejor cuando centrábamos la atención de forma más individualizada, y poco a poco corroboramos que con un contacto más personalizado, los resultados eran mejores, pues la interacción con el alumn@ permitía una comunicación más directa y profunda. Los problemas que se nos presentaron en las primeras etapas, fueron mi desconocimiento y falta de formación en la materia y la poca frecuencia de las sesiones, pues apenas se podían organizar sesiones mensuales. Aunque si vimos algo positivo, que el trabajo se reforzaba con la escucha diaria del CD Entrecorrientes, donde los niñ@s podían de alguna manera recordar la experiencia vivida en la sesión.

Este curso, el trabajo con los cuencos esta siendo más intenso, pues  entre Alberto, Jacomina y yo, procuramos realizar sesiones semanales con casi todos los alumn@s, de entre 15 – 20 minutos, dependiendo de cómo reaccionen. Con los niñ@s sin autonomía, intentamos que las sesiones sean más perceptivo-sensitivas, en cambio con los alumn@s con rasgos autistas, tratamos de establecer un dialogo a través del sonido y el contacto ocular. Además de observar que los resultados son mejores con la individualidad de las sesiones, hemos visto lo bien que reaccionan cuando se les canta su nombre.

Por el momento los datos que vamos recogiendo son las reacciones que vamos observando en los niñ@s en las diferentes sesiones. Pues en un principio se les tomaba la presión arterial, la frecuencia respiratoria y la cardiaca, antes, durante y después de la sesión, pero vimos que esto además de obstaculizar las sesiones, en ocasiones era muy difícil de medir, por las características morfológicas e incluso conductuales de los alumn@s.

Nuestro último intento trata de llevar el sonido de los cuencos y los armónicos al agua, combinándolos con la sesión de hidroterapia.

Seguimos dejándonos llevar por nuestro instinto y la percepción de lo que sentimos que nos demandan los propios alumn@s, aprendiendo cada día un poquito más de ellos y comprobando que aún queda mucho por conocer de estos fantásticos y antiguos instrumentos tibetanos y sus efectos.