miércoles

Terapia de Sonido con Cuencos Tibetanos


Quiero en este artículo exponer la forma como actúan los cuencos de forma terapéutica.

PRINCIPIO DE LA RESONANCIA

La materia está organizada en forma de ondas y frecuencias. Cuando tenemos dos violines que están afinados en la misma nota, y tocamos una cuerda de uno de los violines, esa cuerda que suena produce un campo de vibración que hará que esa misma cuerda empiece a vibrar en el otro violín, produciendo el mismo sonido. A esto se llama resonancia y es un proceso natural.

El principio de resonancia es un principio que afecta todo y todos a cada momento. Si estamos en contacto con gente llena de vida expresando felicidad, el campo de energía de su felicidad, traerá nuestra propia felicidad a flote, por lo que resonaremos juntos. Esto es así tanto en lo positivo como en lo negativo.

PRINCIPIO DE SINCRONIZACIÓN

Este principio hace referencia al hecho de que dos cuerpos que están vibrando (y aquí se incluyen todos los cuerpos vivos u objetos compuestos en su esencia de partículas en constante vibración) con el tiempo terminarán ajustando su vibración. Dos mujeres viviendo juntas terminan sincronizando sus ciclos menstruales, dos péndulos con diferente ritmo y velocidad terminan sincronizando su movimiento, etc. Este es un proceso que ocurre a cada momento en la naturaleza y en nosotros mismos.

¿QUE TIENE ESTO QUE VER CON LA TERAPIA DE SONIDO CON CUENCOS TIBETANOS?

Partimos del principio científico de que todo lo que existe está en constante vibración, que cada órgano, cada célula del cuerpo vibra. Por otro lado una emoción, un estado de animo, un sentimiento o pensamiento implican también una vibración.

Además, una emoción, un pensamiento, un sentimiento dejan una huella en el cuerpo. Esta huella es la consecuencia de la reacción del cuerpo a esos estados emocionales, liberando sustancias químicas, reaccionando de forma eléctrica, etc. De esta forma si ese estado emocional es negativo y no es liberado, no es sanado, el cuerpo lo guarda en forma de memorias de ese evento, siendo estas también, vibraciones con una determinada frecuencia en su composición más básica.

Todas estas vibraciones que el cuerpo acumula a nivel físico por estados emocionales negativos, por enfermedades, por sucesos traumáticos, etc., son vibraciones de baja frecuencia disarmónicas con nuestro tono y vibración sana.

“El cuerpo puede reaccionar para sobrevivir, guardando o cerrando procesos y reacciones espontáneas, no exteriorizando de ese modo su forma natural de supervivencia, creando una intoxicación que devendrá en síntomas de enfermedad.” Esther Buk

Los Cuencos Tibetanos a su vez poseen vibraciones y ondas fuertes, armónicas y de alta frecuencia. Estas, en contacto con el cuerpo hacen que este recuerde y recupere su frecuencia y vibración natural a através de los principios mencionados anteriormente. Esto se consigue por la liberación de esas memorias que encubren al ser esencial que tenemos dentro, la liberación de las toxinas acumuladas por el hecho traumático no resuelto.

Como refería en el articulo anterior Escucha… nuestra adaptación al medio hace que perdamos el contacto con nuestra esencia.

Así las sesiones permiten el inicio de un proceso de autoconocimiento en el que terapeuta y paciente trabajan en conjunto redescubriendo al ser esencial del paciente. El desbloqueo de las zonas afectadas hace que la sabiduría acumulada en cada célula del cuerpo se pueda expresar y de esa forma se producen los cambios positivos que nos permiten de nuevo retomar el verdadero contacto con nuestras intenciones, metas y deseos, asumiendo la responsabilidad de nuestros actos para alcanzarlos, sin que nos afecten las memorias traumáticas de las experiencias anteriores no resueltas.

Esta es la belleza del sonido de los cuencos tibetanos, unos instrumentos que con tanta simplicidad nos permiten redescubrir el placer de vivir de forma plena, conciente y responsable. 


martes

Escuchar...


Ayer por la tarde di a conocer los cuencos tibetanos a dos personas. Desde un principio tenían el objetivo de elegir cuencos para comprarlos. Fueron dos horas de selección pero terminé con un agradable sabor de boca, por el interés que demostraron y el cariño que sentían por los cuencos.

Para mi fue una gran experiencia a nivel sonoro, a nivel de escucha. Me recordé de la elección de mi primer cuenco y lo difícil que fue.

Esto me hizo pensar sobre el proceso de escucha y en su evolución hasta que alcanza una perfección que nos permite estar en contacto con nosotros mismos.

Empieza por ser una escucha desordenada, volcada al exterior y a toda la magnitud de estímulos que lo componen. Estos se reciben de forma desordenada y como consecuencia desordenan nuestra atención por lo que no nos hace estar en contacto con el presente, sino mas bien con todo lo que fue y será, siendo el estimulo presente – el sonido del cuenco en aquella tarde  - un sonido que despierta memorias y evoca esperanzas.

Todo este ruido exterior e interior nos impide de prestar atención a lo que está ocurriendo a nuestro alrededor, y sin darnos cuenta, muchas veces no dejamos arrastrar para un mundo de ilusión donde creemos que estaremos más a salvo. Nos adaptamos a los momentos, a las personas y a todo el ruido acústico y visual ajeno. En esta adaptación sin fin, aumentamos la distancia con nuestro ser, nuestro  ritmo y sonido interno, abriendo la puerta de la castración de nuestra esencia, de nuestra evolución como personas, de nuestro crecimiento, y nos equivocamos al creer que esta adaptación el la única que nos permite ser felices y queridos por los demás.

¿Por qué hablo de la escucha?

Porque es la que nos permite recuperar nuestro entusiasmo por la descubierta de nosotros mismos, la que nos ayuda a retomar el contacto con nuestras ilusiones, sueños, con nuestra autenticidad - única y personal.

¿Cuantas veces hemos conseguido alcanzar este estado?

Sentados en un bosque virgen, admirando los colores del cielo y el movimiento suave de las nubes, gozando el vuelo de un águila, o con los ojos cerrados escuchando nuestro interior.

El contacto con el sonido de los cuencos tibetanos, nos permite estar en el presente, sintiendo plenamente, esquivando todas las distracciones que ocurren a cada segundo. Esta es la belleza de este instrumento, la belleza que solo con una escucha interesada y atenta es posible de percibir en todas sus dimensiones.

Si consideramos que los demás actúan como espejos ante nosotros, que el cuerpo y cada una de sus células contienen una sabiduría esencial para nuestro crecimiento y bien estar, si aceptamos que somos seres sociales pertenecientes a una comunidad planetaria en constante evolución, tendremos que aceptar que nuestra capacidad de escuchar es esencial para obtener una verdadera experiencia de vida de intercambio y aprendizaje.